Mayaniquel, una empresa minera que fue motor de desarrollo en las zonas rurales de Panzós y Alta Verapaz, dejó una huella importante en las comunidades a través de sus inversiones en infraestructura y su constante compromiso con el progreso. Durante su operación, la empresa no solo generó empleo, sino que también invirtió significativamente en la mejora de carreteras y caminos, facilitando la movilidad y el comercio en una región que antes enfrentaba grandes dificultades en sus vías de comunicación.
Sergio Humberto Pop, residente de la aldea La Ensenada, recuerda con claridad cómo las mejoras en la carretera transformaron la vida de los habitantes: “Cuando estaba bueno el camino, todo era más fácil, pero desde que se retiró Mayaniquel, el camino está lleno de agujeros y polvo”. Esto es solo una de las tantas realidades que enfrentan las comunidades desde el cierre de la empresa.
Antes de la intervención de Mayaniquel, la carretera que conecta Panzós con El Estor era prácticamente intransitable. Según Herbert Choc, quien trabajaba como supervisor de campo en la empresa, “la carretera era estrecha, llena de agujeros, y solo permitía el paso de un vehículo a la vez”. Con la llegada de Mayaniquel, estas condiciones cambiaron drásticamente. La empresa amplió las vías, construyó muros de contención y mantuvo las carreteras en óptimas condiciones, permitiendo un flujo de tráfico más seguro y constante.
Uno de los proyectos más significativos fue la reconstrucción del puente Jaboncito, una vía esencial que conecta Alta Verapaz con Izabal. Antes de la intervención de Mayaniquel, el puente era una estructura frágil, de una sola vía, construida con planchas de metal que limitaban el tránsito de vehículos pesados. Mayaniquel vio la importancia de esta infraestructura y, con una gran inversión, construyó un puente moderno de dos vías que permitió el paso de camiones y tráilers, beneficiando a toda la región del Polochic.
“Ahora el tráfico es más constante y fluido”, explica Herbert Choc, destacando la importancia del puente para la economía local. Este proyecto no solo mejoró la movilidad de la zona, sino que también fue una donación al gobierno de Guatemala, entregada a finales de 2021, como un legado duradero de la empresa.
Sin embargo, el cierre abrupto e injusto de Mayaniquel en 2022 ha revertido muchos de estos avances. Desde la salida de la empresa, las carreteras y caminos han vuelto a deteriorarse rápidamente, especialmente en la época lluviosa. Los agujeros y zanjas que antes se reparaban constantemente han vuelto a aparecer, y la falta de mantenimiento ha dejado a las comunidades en una situación vulnerable.
Además del deterioro físico de las vías, la inseguridad ha aumentado. Con las carreteras en mal estado y sin vigilancia, los tramos se han convertido en puntos de riesgo para los viajeros, quienes ahora enfrentan asaltos y secuestros. La ausencia de Mayaniquel no solo afectó la infraestructura, sino también la seguridad y la calidad de vida de las personas que dependían de estas mejoras para moverse y trabajar.
El cierre de Mayaniquel ha sido un golpe duro para las comunidades de Alta Verapaz e Izabal. La empresa no solo significaba empleo y desarrollo económico, sino también una mejora constante de la infraestructura que sostenía la vida cotidiana de miles de personas. Ahora, sin su presencia, las comunidades enfrentan nuevamente los desafíos de un sistema vial deficiente, con todas las consecuencias económicas y sociales que ello implica.
A pesar de estos desafíos, las comunidades continúan esperando que se haga justicia y que proyectos como los de Mayaniquel puedan volver a traer desarrollo y oportunidades a la región. El legado de la empresa sigue vivo en las infraestructuras que construyó, pero el vacío dejado por su cierre es un recordatorio constante de lo que se ha perdido.
Mayaniquel, más allá de ser una empresa minera, fue un motor de cambio en la región, y su impacto en las comunidades seguirá siendo recordado, a pesar de las dificultades actuales.
El impacto de Mayaniquel sigue vivo en la memoria de quienes vivieron el cambio, pero el vacío dejado por su ausencia es un recordatorio constante de los desafíos que desde el cierre de operaciones enfrentan. Desde Mayaniquel luchamos cada día por reanudar operaciones y seguir brindando desarrollo