Mayaniquel no fue solo una fuente de empleo para cientos de personas en Alta Verapaz e Izabal, sino una esperanza de vida mejor para muchas familias. La historia de Margarita Choc es un ejemplo conmovedor del impacto que esta empresa tuvo en la vida de personas como ella, una madre soltera que logró transformar su realidad gracias a la oportunidad de trabajar en Mayaniquel. Sin embargo, con el cierre injusto y repentino de la empresa, basado en acusaciones infundadas, Margarita y muchas otras personas se han visto profundamente afectadas, enfrentando una crisis económica y personal.
Margarita vive en Teleman y viajaba todos los días al municipio de Panzós para desempeñar su trabajo como encargada de limpieza en Mayaniquel. Durante el último año, este empleo fue crucial para ella y su familia, permitiéndole sostener su hogar y brindar un futuro mejor a sus dos hijos. En especial, el trabajo en Mayaniquel le permitió costear el tratamiento médico de su hija de 15 años, quien padece de una fisura labial y requiere un tratamiento constante con vitaminas y complejo B para mejorar su salud.
Antes de encontrar estabilidad en Mayaniquel, Margarita tuvo que hacer todo tipo de trabajos informales: lavaba ropa, planchaba, y buscaba cualquier forma de ganar un poco de dinero para mantener a sus hijos. Sin embargo, cuando se le presentó la oportunidad de trabajar en Mayaniquel, su vida cambió. “Siempre le pedí a Dios que me abrieran las puertas de Mayaniquel”, recuerda Margarita con gratitud. Ese trabajo, que consistía en la limpieza de las instalaciones, fue su salvación. Con los ingresos que recibía, pudo construir una pequeña casa para su familia y garantizar que su hija continuara estudiando.
El cierre de Mayaniquel ha dejado a Margarita, y a muchas otras personas, sin esa fuente de estabilidad. Para ella, perder su empleo no solo significa la falta de ingresos, sino también la imposibilidad de seguir brindando el tratamiento médico que su hija necesita. “Gracias a Mayaniquel logré hacer mi casa, mi casita humilde”, comenta Margarita, recordando con cariño el apoyo que recibió de la empresa. Pero con el cierre, toda esa seguridad se ha desvanecido, dejándola nuevamente en una situación incierta.
Margarita es solo una de las muchas personas afectadas por el cierre abrupto de Mayaniquel. Las acusaciones que llevaron a la suspensión de las operaciones de la empresa han sido ampliamente criticadas por su falta de fundamento, y la comunidad local ha sufrido las consecuencias. Para Margarita, el trabajo en Mayaniquel no solo era una forma de ganarse la vida, era una oportunidad para salir adelante como madre soltera y asegurar un futuro mejor para sus hijos. “Lo que hace Mayaniquel es una gran ayuda”, afirma con convicción. El cierre de la empresa ha dejado un vacío enorme en su vida y en la de cientos de familias que dependían de ella.
El impacto social y económico del cierre de Mayaniquel ha sido devastador para comunidades enteras. En el caso de Margarita, ahora debe enfrentarse nuevamente a la incertidumbre, buscando formas de mantener a su familia mientras lidia con la tristeza de haber perdido una oportunidad que transformó su vida. A pesar de todo, Margarita mantiene la esperanza de que algún día las operaciones de Mayaniquel puedan reanudarse y, con ello, vuelva a tener la oportunidad de seguir construyendo el futuro que tanto anhela para sus hijos.
El cierre injustificado de Mayaniquel no solo apagó las máquinas de una mina; apagó también las esperanzas de cientos de personas como Margarita, quienes vieron en esta empresa no solo una fuente de empleo, sino una puerta hacia un futuro más próspero.