Mayaniquel ha sido una fuente vital de empleo para los guatemaltecos de las áreas de Alta Verapaz e Izabal. A lo largo de sus años de operación, no solo brindó empleo a cientos de personas, sino que también elevó la calidad de vida de miles de familias en estas comunidades. Sin embargo, el cierre operaciones de la empresa en diciembre de 2022, debido a lo que se califican como “falsas acusaciones carentes de fundamento”, ha dejado un profundo vacío en la región.
Herbert Chocoj, uno de los empleados que trabajó en Mayaniquel desde septiembre de 2020, recuerda con gratitud los beneficios que la empresa ofrecía. A diferencia de otros trabajos en los que los empleados deben costear su alimentación y hospedaje, Mayaniquel proporcionaba estos servicios, lo que mejoraba considerablemente las condiciones laborales de sus colaboradores. Además, se aseguraba que los planes de trabajo fueran adecuados para las capacidades físicas de cada trabajador, ofreciendo una experiencia difícil de igualar en el contexto laboral local.
El cierre de Mayaniquel ha tenido un efecto devastador en las comunidades circundantes. Más de mil colaboradores directos quedaron sin empleo, lo que ha generado un aumento en los casos de desnutrición, violencia y delincuencia en áreas como Panzós, El Estor y Polochic. La estabilidad económica que la mina proporcionaba a través del empleo y las oportunidades de negocio colapsó, y el impacto ha sido visible en todos los aspectos de la vida cotidiana.
La operación de la mina impulsaba la economía local, no solo mediante los salarios, sino también fomentando la mejora de viviendas, la compra de vehículos, motocicletas y bicicletas, y el crecimiento de pequeños negocios en las comunidades. Al cesar estas actividades, las personas han tenido que recurrir a trabajos informales o subsistir vendiendo productos básicos como leña en las carreteras, una señal clara del impacto económico que ha dejado el cierre de la mina.
Además, la falta de apoyo gubernamental agrava la situación. A pesar de que las comunidades contribuyen al pago de impuestos, no han recibido el respaldo necesario para enfrentar la crisis. La agricultura, que en algunas áreas es una fuente de sustento, no es suficiente para sostener a todas las familias afectadas.
La situación de desnutrición es alarmante. Recientemente, un comunicado alertó sobre el aumento de casos en la región, evidenciando el deterioro de las condiciones de vida tras la pérdida de empleos. Los negocios que antes florecían gracias a la estabilidad económica han cerrado, y muchas personas han regresado a las calles en busca de cualquier medio de subsistencia.
El testimonio de Chocoj refleja una realidad dolorosa: sin empresas como Mayaniquel, las comunidades de Alta Verapaz e Izabal carecen de alternativas viables para generar ingresos. El cierre de la mina no solo ha dejado sin trabajo a miles de personas, sino que también ha destapado la fragilidad de las economías locales dependientes de estas grandes operaciones.
Es evidente que la presencia de empresas como Mayaniquel es crucial para el desarrollo de estas regiones. Sin ellas, las opciones para mejorar la calidad de vida son extremadamente limitadas, lo que perpetúa un ciclo de pobreza y falta de oportunidades que afecta tanto a las personas como a la infraestructura social de las comunidades.
Le pedimos al Ministerio de Energía y Minas que nos permita reanudar operaciones y seguir brindando desarrollo y oportunidades a miles de guatemaltecos.