En 2006, la llegada de la empresa minera Mayaniquel trajo consigo una nueva esperanza para miles de habitantes, generando empleo y mejorando las condiciones de vida de quienes antes solo conocían la escasez. Sin embargo, el cierre injustificado de Mayaniquel en 2022 ha sumido nuevamente a estas comunidades en la desesperanza, dejando a miles de personas sin trabajo y afectando gravemente la economía local.
Romeo Medina, habitante del municipio de El Estor, Izabal, relata su experiencia de primera mano. “He trabajado para Mayaniquel durante aproximadamente 14 años. Empecé suministrando personal y luego en transporte pesado, moviendo mineral hacia diferentes municipios”, comenta. A lo largo de los años, Romeo fue testigo de cómo la empresa no solo generaba empleos directos, sino también una cadena de oportunidades que beneficiaba a toda la región. “Muchos no sabían manejar, pero gracias a la necesidad de transportar mineral en camiones, aprendieron y pudieron mantener a sus familias”, agrega.
El impacto de Mayaniquel fue profundo y multifacético. No solo empleaba directamente a cientos de personas, sino que su operación impulsaba una red de empleos indirectos, desde talleres mecánicos hasta comercios locales. “Mientras la empresa generaba trabajo, otras personas también se beneficiaban. Era una cadena”, explica Romeo. Esta cadena, que alguna vez fue sinónimo de estabilidad y progreso, ahora se ha roto, dejando a miles de familias sin ingresos.
El cierre de Mayaniquel ha tenido consecuencias devastadoras. La región ha vuelto a experimentar altos niveles de desempleo, desnutrición infantil, y un preocupante aumento de la violencia y el crimen organizado. Romeo, como comerciante, ha sentido el impacto directamente: “He dejado de vender lo que antes vendía, todo ha bajado. El impacto se está sintiendo ya, y no me quiero imaginar lo que será en el futuro”.
Para muchas personas en El Estor y Panzós, las opciones laborales eran escasas antes de la llegada de Mayaniquel, y lo son aún más ahora. “Acá casi no hay empresas”, lamenta Romeo. Mayaniquel fue una de las pocas que ofreció oportunidades reales y sostenibles, generando empleo y dinamizando la economía de toda la región. Sin ella, los habitantes de estas zonas vuelven a enfrentar un futuro incierto, sin alternativas claras para sostener a sus familias.
El cierre de Mayaniquel no solo fue un golpe para los empleados directos, sino para toda la cadena económica que se había formado a su alrededor. El transporte, los comercios, los talleres mecánicos, y muchas otras pequeñas empresas que dependían de la actividad minera se han visto gravemente afectados. “Muchas personas que se quedaron desempleadas esperan que Mayaniquel vuelva pronto para generar el empleo que tanto necesitamos”, concluye Romeo, reflejando el sentimiento de incertidumbre y frustración que reina en las comunidades.
El cierre de Mayaniquel, basado en acusaciones sin fundamento, ha desmoronado los avances logrados en las últimas décadas. Lo que alguna vez fue un motor de desarrollo para las comunidades de Alta Verapaz e Izabal, hoy yace en silencio, mientras miles de personas luchan por sobrevivir en medio de una economía que se desmorona.
La esperanza de que Mayaniquel retome sus operaciones sigue viva, pero mientras tanto, las comunidades sufren las consecuencias de este cierre injusto y malintencionado.